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De sobra sabes que eres la primera
que no miento si juro que daría
por ti la vida entera,
por ti la vida entera.
y, sin embargo, un rato cada día
ya ves, te engañaría con cualquiera
te cambiaría por cualquiera…..

                                                                                                                     Joaquín Sabina

INFIDELIDAD

Según el Instituto Nacional de Estadística en el último año se han celebrado en España alrededor de 160.000 matrimonios y aproximadamente 100.000 rupturas matrimoniales, incluidos divorcios, separaciones y nulidades.  Visto de este modo, podría deducirse que más de un tercio de los matrimonios acaban rápidamente en divorcio, sin embargo, la media de duración de los matrimonios que acabaron en divorcio durante el año 2013 fue de 15,5 años, es decir que para calcular el número de matrimonios que acaban en separación deberíamos tomar el conjunto de la población. Si comparamos el número total de personas casadas 20,577 millones con el número total de personas divorciadas 2,401 millones, estos últimos supondrían el 11,67%. Como aclaración el INE nos indica que la edad media de las mujeres que se divorciaron en 2013 fue de 42,3 años y en el caso de los hombres de 44,8 años. Estas edades medias fueron similares a las registradas en 2012 (42,2 años para las mujeres y 44,8 para los hombres).  El número de personas divorciadas crece exponencialmente ya que cada año se incrementan unas 150.000, como diferencia entre las separaciones y los divorciados que vuelven a casarse, en una proporción de más de 4 a 1.

Aunque la creencia popular es que una buena parte de los miembros de las parejas se engañan entre sí,  los datos confirmados no son tan alarmantes. En España no hay datos nuevos desde 2008 en el que el Centro de Investigaciones Sociológicas realizó la  encuesta de Actitudes y Prácticas Sexuales. Esta encuesta se realizó a un total de 1502 personas de ambos sexos resultando que tan solo 255 reconocieron haber sido infieles al menos una vez, esto supone el 17,2 % del total, distribuyéndose de forma muy irregular, el 26,8 % de los hombres y el 8,2 % de las mujeres. En Estados Unidos el National Opinión Research Center´s General Social Survey en sus informes correspondientes a 2010 sitúa la cifra en un 21 % en los hombres y en el 14,7% en las mujeres, según este departamento el porcentaje se mantiene en los hombres en las últimas décadas mientras que el de mujeres aumenta progresivamente. Ragnar Beer, psicólogo alemán de Goettingen  realizó un estudio en Alemania con unos resultados parecidos, en él el 28% de los hombres y el 18% de las mujeres admitieron ser infieles. La fiabilidad de estos datos debe ser moderadamente cuestionada puesto que dependen de la honestidad de las respuestas de los encuestados. Estos resultados incluyen el conjunto de las infidelidades, tanto las que permanecen ocultas y nunca se descubren como las que han salido a la luz.

Otras curiosidades que nos aparecen en la citada encuesta del CIS de 2008 es que a la pregunta: Si su pareja tuviera una aventura sexual, aislada y pasajera, ¿qué preferiría usted, saberlo o no? hay un 40,4 % que preferirían no enterarse (607 personas) mientras que el 50,4% (825 personas) preferirían saberlo.  A estas últimas se les preguntó cuál sería su reacción y el 28,6 % decidiría sin más que la relación había terminado y dejaría a su pareja, mientras que el 5,2 % (42 personas) no haría ni diría nada. El estudio de Beer que mencionamos anteriormente afirma que el 19% de las personas que fueron víctimas de infidelidad rompieron la relación nada más enterarse de la traición, mientras que el 22% de las relaciones no  sobrevivieron y finalizaron en los meses siguientes sin llegar a recuperarse. Como parte positiva y aunque no se hace hincapié,  estos datos nos indicarían que el 59%  de las relaciones sobrevivieron al incidente, aunque no se aclara cómo lo hicieron ni en qué condiciones.

Es lógico afirmar después de conocer estos datos que la infidelidad es una de  principales causas de separación de la pareja, existiendo varios estudios que lo confirman. Hall y Fincham en 2006 hacen referencia al estudio realizado por Paul R. Amato y Denise Previti de la Universidad del Estado de Pennsylvania con datos recogidos de 208 personas divorciadas con seguimiento entre los años 1980 y 1997. Según dicho estudio la principal causa de divorcio es la infidelidad con un 18,4% de casos. Dado que no tenemos datos precisos del momento actual y de nuestro país, tomaremos como referencia los ya conocidos.

¿A qué llamamos infidelidad?

Existen varios tipos de infidelidad, pero vamos a centrarnos en la que definimos como el hecho de que uno de los miembros de la pareja traicione la confianza del otro manteniendo relaciones sexuales con una pareja distinta sin el conocimiento y consentimiento de éste. Dentro de esta infidelidad podemos diferenciar varios tipos en función de los diversos aspectos:

Con respecto al conocimiento que de ella se tenga:

En primer lugar vamos a mencionar la que permanece oculta que es la menos destructiva de la pareja, pero, si es larga y reiterada, sus efectos van minando la comunicación y a partir de ésta otros muchos aspectos de la relación, mientras que si es corta y accidental (según Ragnar Beer tan solo 12% de las mujeres infieles y 15% de los hombres casados tuvieron aventuras de una sola noche)  puede no constituir un peligro. Lógicamente no tenemos datos con respecto al porcentaje de ellas que permanecen ocultas.

La  que ha sido descubierta y ha salido a la luz, bien por la confesión del autor o por el azar,  provoca con seguridad el conflicto.

Con respecto al sexo:

¿Existe una infidelidad femenina y otra masculina?

Existe una infidelidad emocional y una infidelidad sexual, la primera se le atribuye principalmente al sexo femenino mientras la segunda suele ser  al masculino, esto no siempre se cumple, ya que tanto hombres como mujeres pueden estar afectados por ambas.  La primera suele ser más peligrosa para la continuidad que la segunda pues en ellas no se cuestiona el presente sino el futuro.

A título de curiosidad mencionaremos que en este momento aún existen en el mundo 47 países, la mayor parte de ellos en África y Asia,  en los que es legal la poligamia.

Con respecto a las causas:

Antes debemos reseñar que la infidelidad tiene menor probabilidad de suceder cuando hay amor, confianza y sé práctica el sexo habitualmente,  por ello una de las principales causas que suelen llevar a  la infidelidad  y que se recoge en la mayoría de los casos es la falta de afectividad y comunicación.

Existen multitud de causas para justificar una infidelidad, vamos a relacionar las más alegadas:

Diferencias en necesidades sexuales o afectivas. Provocan la insatisfacción de uno de los miembros que le hace no sentirse deseado o valorado  y le hará más receptivo a cualquier provocación externa.

Carácter. Algunas personas son incapaces de resistirse a una tentación aunque les haga daño. Como en el cuento del escorpión que picó a la rana cuando le salvaba del fuego y al hundirse ambos, dijo como explicación: “es mi naturaleza”. En la canción que inicia este artículo Joaquín Sabina nos describe un caso con  esta forma de pensar o actuar.

Decepción. La persona que ha elegido ha dejado de cumplir las expectativas.

El enamoramiento se acabó. El idilio inicial pasa y debería  ser sustituido por un amor más sereno basado en la convivencia, algunas personas no se conforman con eso.

Sentimientos de abandono y soledad, reales o no.

Falta de reconocimiento y atención.  Cada uno tiene sus necesidades de atención y reconocimiento y a veces en la rutina diaria esto se olvida.

Baja autoestima.  El reconocimiento de nuestros valores por parte de terceras personas  puede actuar como mecanismo de compensación.

Monotonía, aburrimiento, tedio. De nuevo la rutina nos agobia, sólo se vive una vez

Control, poder.  Como un acto de dominación.

La llamada “crisis de los cuarenta” o de los cincuenta o de los …

La curiosidad (mató al gato)

Y hasta hay quien le echa la culpa al gen DRD4 o al cuento de una “vaca nueva”.

 

Las consecuencias:

La primera consecuencia de la infidelidad como mencionamos antes es en el 19% de los casos  la ruptura inmediata de la relación y en las parejas en las que no se produce esta ruptura, la parte engañada sufre una desvalorización que desemboca en la pérdida de ilusión y de autoestima y aparecen el dolor, sentimientos de culpa y la desconfianza, que en el 22% de los  casos acaba en los meses siguientes con la relación.

En los matrimonios que sobreviven a una infidelidad (59%)  se toma la decisión de continuar con la relación, no siempre por haber llegado al perdón y al entendimiento sino por razones mucho más espurias como las económicas, los hijos, el miedo, la costumbre y otras conveniencias,   en muchos de estos casos la relación nunca llega a recuperarse.

 

TRATAMIENTO DE LA INFIDELIDAD

Las últimas tendencias hablan del tratamiento de la infidelidad a través del perdón (McCullough et al., 1997; Toussaint & Webb, 2005; Toussaint, Williams, Musick, & Everson, 2001; Witvliet, Ludwig, & Vander Laan, 2001), pero ¿Es posible perdonar y olvidar la infidelidad?

Antes de contestar a esta pregunta deberíamos primero plantearnos la primera parte. ¿Es posible perdonar?

Cuentan que Gandhi antes de morir perdonó a su asesino y también Jesucristo en sus siete últimas palabras dijo «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” y  algunos santos o filósofos demostraron tener esta capacidad. Además sabemos que los padres pueden perdonar incondicionalmente las ofensas a los hijos y que esto puede pasar también entre hermanos y menos frecuentemente entre amigos. Entendemos que el perdón tiene cabida en aquellas relaciones en las que existe un amor natural, sin condiciones, pero ¿Qué pasa con el resto de los mortales que no somos ni santos, ni filósofos, ni padres, ni hermanos, ni amigos?

Según nuestro criterio, salvo en los casos mencionados el perdón sólo puede darse cuando se cambia la percepción del daño recibido. Pongamos unos ejemplos clásicos:

Primer ejemplo: Estamos tranquilamente sentados en un banco de la calle y de pronto recibimos un fuerte golpe en la nuca. Aún aturdidos nos levantamos llenos de ira con la intención de pedir explicaciones e incluso prestos a devolver el golpe  y en ese momento vemos que el causante de esa agresión lleva gafas oscuras y un bastón blanco, entonces, toda nuestra ira y las ganas de venganza desaparecen como por arte de magia e incluso le preguntamos si se ha hecho daño y nos prestamos a ayudarle.

Segundo ejemplo: Estamos comiendo en un restaurante y la camarera que atiende nuestra mesa nos trata de mala manera, casi nos tira los platos, desoye nuestras peticiones, nos trae cosas que no hemos pedido y no nos hace el menor caso. Ante tal actitud, nuestra tolerancia se va resintiendo y comenzamos a indignarnos, pensamos que una persona así no debería trabajar en ese puesto y que merecería que la echaran del trabajo. Buscamos a la encargada y le presentamos nuestra queja  y ella muy apurada nos dice: – Perdónenla, pero le ha ocurrido algo terrible, la pasada semana ha perdido a su padre. En ese momento, no sólo desaparece nuestra indignación y nuestra ira, sino que de repente comenzamos a sentir ternura y nos apiadamos de ella.

En ninguno de los dos casos ha cambiado el golpe o el trato, pero sí nuestra percepción, es por ello que entendemos que para llegar al perdón deberíamos ser capaces de cambiar la percepción del daño, lo que no siempre es fácil.

Contaba mi abuelo un chascarrillo muy viejo sobre el perdón, decía que en la estación del tren un hombre pisó sin querer a otro y dijo para disculparse. – Perdone, ha sido sin querer, hoy por ti, mañana por mí, ya me pisará usted a mí otro día. El otro hombre le contestó impasible: – Soy forastero y no pienso volver. Le devolvió el pisotón y se subió tranquilamente al tren.

Como ya dijimos, no somos filósofos, ni santos sino que estamos más cerca del ejemplo anterior, es decir nos costaría menos devolver el golpe que perdonar.

El amor que nos une a nuestra pareja, aunque sea muy grande es  un amor condicionado, cuando menos a la reciprocidad y tan vulnerable que la infidelidad, si no lo mata, lo hiere gravemente. ¿Debemos entonces perder toda esperanza y romper la relación de forma inmediata como sucede en una de cada cinco parejas?

Cada caso es diferente y lo primero que deberíamos analizar si es posible es  la causa, el grado de implicación, la frecuenciael tipo de infidelidad y el resto de los condicionantes.

Después de esta reflexión, ahora sí vamos a retomar la primera pregunta  ¿Es posible perdonar y olvidar la infidelidad?

Si retomamos las estadísticas vistas al principio, podemos llegar a la conclusión de que la infidelidad es recíproca en casi de un 20% de los casos, en ellos el perdón sería relativamente fácil, pues es más fácil perdonar cuando nosotros somos igual de culpables, aunque seamos hipócritas. En el resto de los casos, es decir el 80%, el perdón y el olvido es a nuestro juicio prácticamente imposible al menos como un medio y es en estos casos en los que una buena terapia tendrá mayor relevancia y en especial la Terapia de Reconstrucción de la Pareja.

La Terapia de Reconstrucción de la Pareja no busca lograr el perdón y el olvido, ni el perdón sin olvido, sino que propone soluciones estratégicas para salvar la pareja.  Estas soluciones pasan  por provocar una catarsis, es decir poner la relación patas arriba y comenzar a reconstruir desde el principio en un entorno de nuevo equilibrio para lo que se aprovecha el traspaso de poderes que la situación provoca.

No te vamos a contar nuestras tácticas para conseguirlo, sólo te diremos que el procedimiento no es muy diferente al que siempre se aplicó para el perdón, pasando por las palabras mágicas de “arrepentimiento”, “expiación” y “penitencia”, más que penitencia podría denominarse como “Los doce trabajos de Hércules”. Esto sólo será recomendable si el cónyuge infiel manifiesta su voluntad de no reincidir, condición indispensable para comenzar la reconstrucción, implicando el establecimiento de un nuevo compromiso de fidelidad que recogerá las condiciones que lo disuadan de reincidir.  A partir de este compromiso puede comenzar a renacer la confianza y entonces, sí tendrá lugar el perdón y el olvido, pero no como un medio sino más bien como un fin.

Exponemos algunas de las razones por las que apostamos por  la continuidad de la pareja después de una infidelidad. En primer lugar, volviendo a las estadísticas del CIS, el 59%  de las parejas sobreviven después de una infidelidad, luego en estos casos el objetivo sería lograr que lo hagan de una forma más digna y equilibrada, además, existen datos  que nos indican que la infidelidad no necesariamente implica que la relación sea mala e infeliz antes de ser descubierta, así lo afirman el 56% de los hombres infieles y el 34% de las mujeres infieles,  según Biderman CEO de la compañía que maneja la red social de infieles Ashley Madison, si preguntas a personas que han sido infieles una gran mayoría te dirán que sus parejas formales son más atractivas físicamente que las personas con las que fueron infieles y nunca los elegirían para compartir el resto de su vida.

Por otro lado, las probabilidades de establecer una  nueva relación matrimonial después de un divorcio son remotas, pues cada año vuelven a casarse apenas el 1,5 % del conjunto de las personas divorciadas y a este colectivo se incorporan anualmente en torno a 150.000 personas más.

Considerando también que,  la aventura de una separación  generalmente implica la desestabilización o pérdida de domicilio, entorno, estabilidad económica, amigos, familia e incluso hijos, llegamos a la conclusión de que, con la Terapia de Reconstrucción de la Pareja, a pesar de la pérdida de confianza, podríamos hacer que pese más lo vivido y compartido en compañía de la pareja infiel, el amor, aunque herido y las nuevas expectativas de futuro, que una abrupta separación y con ello lograríamos que  fueran muchos más los matrimonios que sobrevivan dignamente.

 

Lo que no se debe de hacer:

Cuando descubre una infidelidad la persona engañada tiene la tentación de contarlo a  familiares, amigos e incluso a los hijos. Él o ella nos ha hecho daño y queremos que todo el mundo sepa lo que nos ha hecho. Si quisiéramos recuperar la relación, después de esto, será mucho más difícil pues nuestra dignidad quedará en entredicho también de cara a lo que piensen los demás. Es como quemar las naves para evitar el retorno.

Lo que sí se debe de hacer:

Los primeros momentos después de descubrir una infidelidad son fundamentales para el desenlace de una relación, porque son los momentos más difíciles y actuar  de forma impulsiva sólo puede empeorarlo más, por ello, lo primero que  debemos hacer es BUSCAR AYUDA PROFESIONAL. Un especialista nos ayudará a aclarar nuestras ideas y nos permitirá ver todas las alternativas y las posibles soluciones que la nueva situación nos depara para elegir la más adecuada a nuestro caso.

Esto no sólo es válido para los casos de infidelidad, sino también para todos y cada uno de los casos de discrepancias graves que puedan darse en la pareja. Si así se hiciera, estamos seguros de que una buena parte de los más de cien mil divorcios y separaciones que se producen actualmente en nuestro país se reducirían considerablemente y aquellos casos en que la continuidad fuera imposible, se resolverían de la forma más digna y menos cruenta posible.

María Ángeles Muñoz Roldán

 Psicóloga

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