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Síndrome del impostor

“Hay demasiadas personas que sobrevaloran lo que no son
y subestiman lo que son.”

Malcolm S. Forbes

María llegó muy angustiada a la consulta, por fin tenía el trabajo de sus sueños. Le pregunté sin entender muy bien ¿cuál era el problema entonces? acababa de cumplir uno de sus mayores deseos.

– Temo que me descubran me dijo, -¿Que te descubran…? – le pregunté.
Me siento como una impostora y pienso que pueden descubrir que no lo hago bien.

María había estudiado su carrera en la universidad, pero llegar a donde estaba ahora había sido un ascenso paulatino y progresivo a través de la práctica y el aprendizaje que da la experiencia. María no solo desarrollaba muy bien su trabajo sino que era una profesional muy buscada en su sector. De hecho, ella recibió la oferta para el trabajo que ahora iba a comenzar y que le hacía tener esa sensación de vértigo.

En el caso de María, todo parece un sinsentido, ¿no? pero acaso ¿tú no te has sentido igual alguna vez?

¿Qué es el síndrome del impostor?

El síndrome del impostor es esa sensación de no merecer algo bueno, éxito o reconocimiento de algún tipo, legítimamente ganado o conseguido por propios méritos, a nivel laboral, personal, académico y/o social.

El síndrome del impostor no está incluido en los manuales diagnósticos, fue en el año 1978 cuando dos psicólogas Pauline Clance y Suzanne Imes le pusieron nombre a este grupo de síntomas con el que tanta gente se identifica.

Este síndrome que, como he dicho anteriormente, casi todo el mundo lo ha sentido alguna vez, está muy relacionado con la baja autoestima o un bajo concepto de uno mismo y en el que suelen manifestarse diferentes síntomas:

Síntomas

  • Sentir que el éxito no es merecido, sino consecuencia de la suerte.
  • Sentir que se es un fraude y que engaña a los demás.
  • Falta de confianza e inseguridad en lo que hace, aunque lo haga muy bien.
  • Pensar en un fracaso próximo.

Lo normal es que a medida que el tiempo pasa y ninguno de los temores se cumplen, la persona vaya sintiéndose cada vez más competente y segura. Algo importante a trabajar es aceptar el reconocimiento por parte de los demás y dejar de atribuirlo a la suerte o quitarle importancia. En cualquier caso, trabajar en el propio autoconcepto y en la mejora de la autoestima, es algo que hará pasar antes el mal trago y evitar “la profecía autocumplida” obtener como resultado aquello que se teme.

Si te sientes identificado con lo dicho en este artículo, no lo dudes y busca la ayuda de un profesional de la psicología. Invertir en tu bienestar emocional es algo que siempre vale la pena. Es una buena inversión.

“Cuanto menos nos aceptamos, más necesitamos la
aceptación de los demás”
Victor Hugo.

M Ángeles Muñoz
Psicóloga

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