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Multitarea

“El camino más corto para hacer muchas cosas es
 hacer solamente una cosa a la vez”.
Samuel Smiles

Nuestra agenda está repleta de cosas por hacer, en el trabajo, en casa, con los hijos…,  de esta forma parece que lo mejor para optimizar el tiempo es hacer cuantas más cosas a la vez, mejor. Pensamos que de esa manera vamos a terminar antes y, de paso,  podemos ponernos algunas tareas más.  Así, hacemos habitualmente varias cosas a la vez, saltando de una a otra. A esto se le llama multitarea.

Sin duda vivimos en la era de la información. Un pequeño dispositivo nos conecta en segundos con aquello que deseamos conocer. Toda la información, de esa forma, está al alcance de nuestra mano. Es algo maravilloso poder acceder a tanta información en cuestión de segundos.

La sobreestimulación sensorial nos encanta, nos atrapa, nos evita el aburrimiento; de ahí que la multitarea nos resulte tan atractiva y también sea muy adictiva.

 

¿La multitarea nos ayuda a optimizar el tiempo realmente?

La verdad es que no.  La atención es uno de los procesos cognitivos con menos capacidad y no puede estar en varias cosas a la vez sin resentirse.  En psicología la atención se ha estudiado siempre, como su reacción ante la multitarea.

Los experimentos clásicos a este respecto los realizó Telford a principios de la década de 1930. Usando un timbre, los participantes debían responder a dos estímulos, uno después del otro y anotaba el tiempo de reacción (lo que tardaban en darle al botón).

Lo que ocurría era que, a medida que el intervalo entre los dos estímulos se iba reduciendo, la respuesta al segundo timbre era más lenta. Telford y sus colegas llamaron a este fenómeno el período refractario psicológico.

En 2001 David Meyer y su equipo realizaron unos experimentos que dieron respuesta en parte a por qué ocurría esto. Cuando ejecutamos dos tareas al mismo tiempo, por sencillas que sean, deben ocurrir dos cosas. En alguna parte del cerebro se da un cambio de objetivo, o sea, que se activan unas zonas y se desactivan otras para dejar de hacer una cosa y hacer otra: primero,  poder prestar atención a lo que está ocurriendo y segundo,  pasar a la siguiente tarea o activación de rol.

Cada cambio entre procesos añade un tiempo extra que va aumentando a medida que se comienza a realizar repetidamente los cambios de tarea.

Quizá realizar diferentes tareas a la vez sin mayor trascendencia no sea grave. Lo malo comienza cuando las tareas tienen que ver  por ejemplo, con la productividad. Gloria Mark llevó a cabo una investigación al respecto en diferentes lugares de trabajo, concluyendo que cuando alguien es interrumpido o se interrumpe con frecuencia, merma su capacidad de atención y aumenta considerablemente el tiempo que se tarda en volver a reanudar la tarea.

Otro ejemplo de que realizar varias cosas a la vez puede ser peligroso es cuando la seguridad es primordial.  Es el caso del uso del teléfono móvil durante la conducción y es que, se ha demostrado que aumenta hasta cuatro veces el riesgo de sufrir un accidente.

La multitarea nos produce estrés y nos desconecta de nosotros mismos. Sería bueno ser consciente de eso y evitarla en la medida de lo posible. Promover a cambio la relajación, la meditación e incluso el aburrimiento es mucho más aconsejable.

«Una generación que no soporta el aburrimiento
 será una generación de escaso valor».
Bertrand Russell

M Ángeles Muñoz
Psicóloga

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