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“Unas cuantas palabras bien escogidas y dichas en el momento oportuno
pueden transformar la vida de una persona.”
John Grinder

¿Cómo son tus palabras?

Pocas veces somos conscientes de nuestra forma de pensar y de cómo expresamos con el lenguaje estos pensamientos, sin embargo es importante conocer el poder de las palabras.

Hay un sesgo del pensamiento bastante frecuente en nuestra cultura que se conoce como “abstracción selectiva” o “filtraje selectivo” y que consiste en que nos centramos preferentemente en lo negativo y minimizamos lo positivo, así, en cualquier situación, siempre tenderemos a pasar por alto las cosas positivas, sean estas grandes o pequeñas y darnos cuenta de las negativas aunque no sean relevantes. Por ejemplo, ante una entrevista fallida de trabajo tener el sentimiento de incapacidad para conseguir nuestro objetivo, desechando el hecho de haber llegado hasta ahí.

Detenernos principalmente en la parte negativa de las cosas, tanto pensando como hablando, hace que sea más difícil conseguir aquello que deseamos, que nuestro sistema inmunológico sea más débil, que vivamos más enfadados, tristes y consecuentemente deprimidos.

Podemos elegir nuestras palabras

 Muchas veces aunque a veces nos sintamos bien, si nos preguntan, ¿cómo estamos? traemos a nuestra boca las palabras “regular”, más o menos” e inmediatamente nuestros problemas o preocupaciones se hacen presentes. También podemos tener expresiones como “me pongo malo cada vez que tengo que poner las cuentas al día”, “Con esta temperatura seguro que me resfrío”…

Cuidar nuestras palabras es una elección. Algo que nos puede ayudar a ello es la auto-observación, cuando comenzamos a darnos cuenta qué pensamos y qué palabras utilizamos, podemos empezar a cambiar. Así, introducir palabras positivas en nuestro vocabulario tiene muchos beneficios, entre otros, liberamos más de las llamadas hormonas del bienestar, como la dopamina, la serotonina y las endorfinas.

La palabra para sanar

Son muchos los personajes que han trabajado en la aplicación de las palabras de poder, de entre ellos vamos a destacar a Emil Coué (1857-1926) que fue un farmacéutico y médico francés que, durante la primera guerra mundial, ante la tardanza en llegar los medicamentos, para evitar que bajara la moral de sus enfermos, decidió no decírselo y aplicarles medicamentos placebo al tiempo que desarrolló un método de autosugestión, aplicando sus conocimientos de hipnosis recomendó a sus pacientes repetir frases 15 veces al día en el desayuno, comida y cena del tipo: “Cada día y en todos los sentidos, estoy mejor, mejor y mejor”.
Los medicamentos tardaron en llegar mucho más de lo previsto y sin embargo, muchos de sus pacientes se recuperaron como si hubieran sido tratados con los medicamentos reales. Partiendo de sus experiencias creó un método curativo basado en la autosugestión y profundizó en la hipnosis y en la autohipnosis.

 Las palabras pueden influir en nuestro estado de ánimo condicionando nuestra mente y, por ende, nuestro cuerpo, porque las palabras son símbolos y como tales tienen un significado interno muy importante.

“Tus creencias no están hechas de realidades,
sino que más bien tus realidades están hechas de creencias.”
Richard Bandler

Mª Ángeles Muñoz y Rocío Palacio
Psicólogas

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