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Dolor crónico

«No se trata de evitar el dolor, porque el dolor es inevitable; 

                                                                                                             se trata de escoger las consecuencias».

Maurice Maeterlink

El dolor es una de las experiencias más comunes de nuestra vida, es una experiencia desagradable y molesta, sin embargo, cumple una función biológica y adaptativa, ya que nos enseña a identificar aquellos objetos o situaciones que pueden resultar peligrosos para nuestra salud e integridad. El dolor funciona como una señal de alarma que nos avisa cuando se produce un daño en nuestro organismo o cuando contraemos una enfermedad. Por ejemplo, si se produce una lesión, una herida, una inflamación, el dolor nos mantendrá quietos, evitará que hagamos movimientos bruscos, que utilicemos sin cuidado esa parte de nuestro cuerpo; de esta forma nos recuperaremos y no crearemos más daño del que ya tenemos.

Cuando la percepción del dolor se produce de forma temporal en función del daño o la enfermedad y su remisión depende de la propia curación de éstos, hablamos de un tipo de dolor: el dolor agudo, pero cuando el problema del dolor se prolonga mucho más allá de la curación de la enfermedad o herida o bien aparece y desaparece de forma recurrente sin guardar relación con ninguna causa orgánica conocida, como por ejemplo la migraña, o se produce a causa de una patología conocida pero difícil de tratar, como por ejemplo, la artritis, el dolor deja de cumplir esa función útil y pasa a constituir un auténtico problema. Además, este proceso suele coincidir con una disminución en la efectividad de las soluciones médicas o farmacológicas para disminuir el dolor, y la aparición e incremento de otros problemas psicológicos como la ansiedad o la depresión. Este es el dolor crónico…

En muchos dolores como las migrañas, lumbalgias e incluso en la fibromialgia se asume la existencia de tensión muscular, este exceso de tensión puede ser uno de los factores implicados.

Para todos estos problemas de dolor crónico una de las técnicas más usadas y con buenos resultados es la relajación en sus diversas formas en las que por supuesto se incluye la respiración.

En muchos casos de dolor crónico, la inactividad forma parte de la vida de esas personas, sin embargo, para muchas, esta inactividad agrava el problema, por lo que es bueno una programación de actividades que impliquen movilidad y que vayan de una menor a mayor graduación, estableciendo un nivel base desde el que se debe comenzar y planteando unas metas pequeñas que alcanzar.

Las relaciones entre estados emocionales como ansiedad o depresión y el dolor suelen ser estrechas, su implicación es doble, como causa y como efecto del propio dolor. Cuando con el tratamiento se consigue la disminución del dolor es frecuente observar también una mejoría en el estado emocional y, de forma paralela, el tratamiento de la alteración emocional suele tener efectos positivos sobre el dolor percibido.

El cuerpo humano posee unos opioides naturales: Las endorfinas. Las endorfinas son unos neuropéptidos (proteínas que genera nuestro sistema nervioso) son producidos por nuestro organismo en respuesta a varias situaciones. En este sentido pueden considerarse que son analgésicos endógenos, puesto que actúan inhibiendo la transmisión del dolor. Las endorfinas también están relacionadas con la génesis de otras emociones como sentimientos de alegría, bienestar, placer aunque su principal función concierne a la modulación del dolor.

Una de las fuentes psicológicas remarcables que provoca la producción de endorfinas es el “recuerdo” por eso la relajación y la visualización ayudan a producirlas.

Hay dos modos básicos de provocar el incremento de producción de endorfinas en el organismo, la relajación y el ejercicio. En la relajación alcanzamos un estado de semiconsciencia (alfa), las ondas de nuestro cerebro disminuyen lo que favorece su producción. También hacer cosas placenteras como oír nuestra música preferida, releer nuestro libro favorito, asistir a un espectáculo si esto nos gusta.
Por otro lado, el ejercicio físico, desde caminar a realizar cualquier actividad corporal de carácter deportivo. En ambos casos se estimula la hipófisis que es la encargada de producir las endorfinas.

Puede haber algunos momentos en que no nos sentimos muy bien, tenemos alguna pequeña molestia o malestar, sin embargo, cuando nuestra atención deja de estar en nuestro cuerpo porque hay algo que nos atrae, que nos gusta, nos olvidamos de esas molestias y no reparamos en ellas.

Todos podemos hacer algo sencillo cada día para ayudar a nuestro cuerpo a sentirse mejor, por ejemplo tomar una respiración profunda, estando lo más relajados posible e intentar traer a la memoria un momento de nuestra vida en el que nos hayamos sentido muy bien, muy felices, y todos contamos con un momento así. Cuando uno recuerda un buen momento, el cuerpo se revitaliza y el estado de ánimo se vuelve más positivo.

«El arte más poderoso de la vida es hacer del dolor un talismán que cura»

Frida Kahlo

Mª Ángeles Muñoz

Psicóloga

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