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El Efecto Pigmalión

Es probable que la mayoría de nosotros hayamos visto la película My Fair Lady. En ella, el profesor Higgins se propone hacer de una inculta florista, toda una dama con un dominio perfecto del lenguaje, lo que por supuesto consigue y de quien el estricto profesor termina profundamente enamorado.

 El mito de Pigmalión y Galatea, cuenta como el rey de Chipre, al no encontrar a la mujer perfecta, realizó una escultura de marfil. Le pareció tan hermosa que se enamoró de ella profundamente. El rey rogó a Afrodita, la diosa del amor, que la convirtiera en humana y ésta le concedió su deseo.

En psicología el Efecto Pigmalión nos explica cómo las expectativas que tenemos acerca de los demás, modifican su conducta.  Todos hemos sufrido las consecuencias de este efecto y es que, tanto para bien como para mal, lo que los demás opinan de nosotros o de nuestras acciones nos influye. ¿Cuántas veces, ante el ánimo o desánimo de conocidos, amigos, familia o pareja, hemos emprendido o abandonado un proyecto? De alguna forma estas opiniones han influido en la construcción de nuestra personalidad, en el desarrollo de nuestras creencias y de nuestra vida.

Este efecto quedó demostrado mediante un experimento que se realizó en 1968, conocido como Estudio Rosenthal-Jacobson, en el que se informó a un grupo de profesores de que a los alumnos se les habían realizado unas pruebas para evaluar su cociente intelectual y que algunos de ellos habían obtenido una alta puntuación. Al final del curso, estos alumnos obtuvieron los mejores resultados, tal y como los profesores esperaban.   Lo que los profesores no sabían era que los alumnos no fueron seleccionados por sus “altas capacidades” sino que, fueron elegidos al azar.  Se han realizado muchos otros estudios al respecto desde entonces, con el mismo resultado.

El efecto Pigmalión se manifiesta en diferentes facetas de nuestra vida, personal, laboral y de salud, donde vemos cómo funciona a través del “efecto placebo”.

Hemos de recordar lo importante que puede llegar a ser la forma en que tratamos a los demás, ya que utilizando nuestras palabras y nuestra conducta correctamente podemos reforzar, motivar y dar seguridad o todo lo contrario.

Mediante este efecto, podemos ver  una vez más, como estamos profundamente inter-relacionados pues todos influimos y estamos influenciados por los demás.

“Trata a un hombre tal como es, y seguirá siendo lo que es;
trátalo como puede y debe ser y se convertirá en lo que puede y debe ser”.

Goethe

M Ángeles Muñoz Roldán
Psicóloga

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