Lo perfecto es enemigo de lo bueno. Voltaire
Ser perfeccionista implica dejarlo todo al máximo de calidad, lo que a veces no consiguen ni los ordenadores más avanzados.
Sin embargo, ser perfeccionista tiene un gran precio, para empezar, nunca se encuentra la satisfacción total en ningún área de la vida.
Cuando el nivel de autoexigencia es muy alto, la meta siempre es inalcanzable, como el oasis en el desierto al que nunca se llega.
Las personas perfeccionistas, suelen tener expectativas muy altas para sí mismas y, por ende, para los demás, también entran mucho en las comparaciones, ya que tienen siempre que mejorar lo que los demás hacen. Invierten mucha energía y tiempo en sus objetivos que, en la mayoría de las ocasiones, desechan por no sentirse satisfechos.
A nivel personal, tienen un diálogo interior muy crítico, se sienten culpables y fracasados. Suelen tender a la depresión y la obsesión, padeciendo de ansiedad y estrés.
Las causas del perfeccionismo pueden ir desde tener unos padres muy exigentes a la falta de autoestima. Lo cierto, es que el perfeccionista, necesita la aprobación y la aceptación de los demás.
Pequeños consejos que pueden ayudar:
- Como en todo, el primer paso es darnos cuenta. Nuestro valor no está en lo que hacemos, sino en lo que somos.
- Cuestionar nuestros pensamientos, observar la autocrítica y ponerla en duda. Aprender a relativizar.
- Permitirse pequeños errores e ir asumiéndolos.
- Poner límites de tiempo a las tareas.
- Alternar trabajo y relax.
- Reconocer nuestros logros, aunque nos parezcan insignificantes.
Trabajar en ello dando pequeños pasos, es la mejor forma de conseguirlo.
Si no puedes hacerlo solo, busca ayuda psicológica.
Recuerda que, disfrutar del camino que es la vida, es lo que nos hace sentirnos plenos. Si la convertimos en una carrera… ¡¡nos perderemos tantas cosas!!
No tengas miedo de la perfección, nunca la alcanzarás. Salvador Dalí